El hueco transversal del tornillo pequeño es redondo y no se puede desenroscar.
1. Método de la cinta
Utiliza un poco de cinta, pégala en la cabeza del tornillo e intenta girarla. Este método es adecuado para cabezas de tornillos con formas regulares.
2. Método de la banda elástica
Coloca una banda elástica en la cabeza del tornillo e intenta girarlo. La banda elástica proporcionará fricción adicional para ayudar a aflojar el tornillo. Método de los alicates para tornillos: utilice unos alicates para tornillos profesionales para sujetar la cabeza del tornillo y gírelo mientras aplica fuerza. Esto puede aumentar la fricción y facilitar el desenrosque del tornillo. Tenga cuidado de no utilizar fuerza excesiva para evitar dañar los tornillos.
3. Método de expansión térmica
Antes de intentar desenroscar el tornillo, utilice una cerilla o un encendedor para calentar brevemente la cabeza del tornillo para provocar que se expanda.
Una breve historia de la invención:
La primera persona que describió una espiral fue el científico griego Arquímedes (alrededor de 287 a. C. - 212 a. C.). La espiral de Arquímedes era una espiral gigante dentro de un cilindro de madera que se utilizaba para elevar agua de un nivel a otro para regar los campos. Es posible que el verdadero inventor no haya sido el propio Arquímedes.
Tal vez solo estaba describiendo algo que ya existía. Es posible que haya sido diseñado por artesanos del antiguo Egipto para aprovechar el riego a ambos lados del Nilo.
En la Edad Media, los carpinteros utilizaban clavos de madera o metal para unir muebles a las construcciones de madera. En el siglo XVI, los fabricantes de clavos comenzaron a producir clavos con alambres en espiral que podían conectar cosas de manera más segura. Este es un pequeño paso de estos clavos a los tornillos.
Alrededor del año 1550 d.C., aparecieron en Europa las primeras tuercas y tornillos metálicos como sujetadores, todos ellos hechos a mano en sencillos tornos de madera. El destornillador (destornillador) apareció en Londres hacia 1780. Los carpinteros descubren que apretar los tornillos con un destornillador mantiene las cosas en su lugar mejor que martillarlas, especialmente cuando se trata de tornillos de grano fino.
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