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Alicia en el país de las maravillas

Alice y su hermana estaban sentadas junto al río, aburridas y quedándose dormidas. De repente, un conejo se apresuró y habló. Alicia la curiosa lo persiguió y saltó a un agujero con el conejo.

Alice cayó durante mucho tiempo y finalmente cayó al fondo. El conejo salió corriendo y entró al castillo por una puerta pequeña. Alice también quería entrar, pero la puerta era demasiado pequeña. Había una botella de bebida al lado que tentó a Alice a beber. Como era de esperar, se hizo más pequeña después de beber una botella. Alice siguió al conejo hasta una casa, pero descubrió que el conejo había desaparecido.

Alicia no pudo evitar llorar, y luego tomó un abanico, pero este volvió a hacerse más pequeño, enojando al ratón en el charco de lágrimas. Después de salir finalmente de la piscina, Alice estaba tan aburrida que casualmente mencionó que su gato había ahuyentado a todos los animales.

De repente aparece un gato montés y Alicia le pregunta dónde está el conejo. Alice siguió la dirección que señalaba la cola del gato montés y encontró al hombre del sombrero, la liebre de marzo y un topo. Alice les preguntó sobre el paradero del conejo y cordialmente la invitaron a la mesa. Alice no entendió su extraño comportamiento y estaba muy enojada.

Después de que Alice se fue, llegó a un lujoso jardín y vio a un artesano del póquer teñiendo las rosas blancas de rojo con pintura. Descubrió que la reina de esta ciudad odiaba las flores blancas. En ese momento, la guardia de honor de la reina se acercó. La reina encontró una rosa blanca entre las flores e inmediatamente ordenó que cortaran las cabezas de los dos esclavos. Y la bondadosa Alice los escondió a los dos en el frondoso bosque y luego tiñó el cuchillo de un rojo brillante como la sangre con pintura.

Finalmente participó en un juicio en el que doce animales sirvieron como jurado. Alice quería vengar al Caballero de Corazones, pero nadie reconoció lo que dijo. De repente, un naipe se le acercó a Alice. De repente abrió los ojos y se dio cuenta de que la única que la había estado acompañando era su hermana. No había ningún conejo, ni reina, ni topo... y todo esto era solo un. sueño.