Hades, Tártaro y Hades en la mitología griega
El dios griego Hades era hijo de los titanes Rea y Cronos, y fue devorado por su padre junto con sus hermanos Hestia, Deméter, Hera y Poseidón (excepto Zeus). Después de la batalla conocida como la Guerra de los Titanes, los dioses del Olimpo salieron victoriosos y encarcelaron a los Titanes en el Tártaro, el lugar más profundo y oscuro del Infierno.
Ahora que los dioses del Olimpo están en el poder, los tres hermanos se dividen el universo y dan a cada uno lo suyo. Poseidón pintó el mar, Zeus pintó el cielo y Hades pintó las nieblas y la oscuridad del inframundo. Hades no era tan activo en la mitología griega, especialmente considerando que era el único dios que no vivía en el Monte Olimpo, pero todavía parece que los antiguos griegos lo tenían en alta estima y asombro supersticioso.
Quizás se consideraba que Hades era más el lugar de descanso final de las almas que un lugar de dolor o tormento. Si el difunto era enterrado con los ritos funerarios adecuados, Hermes llevaría las almas al Psicopompo, el río Estigia en el inframundo, y luego el barquero Caronte las transportaría a las puertas del Hades. A las puertas del Hades, el alma se encuentra con Cerbero, el perro de tres cabezas (o de cincuenta, si estás leyendo a Hesíodo), que hace guardia y encierra el alma en su interior. Más tarde, en la mitología griega clásica, se añadió el concepto de Elíseo y Tártaro a la visión del más allá.