Materiales de composición de la iluminación de las aves
Armas que protegen contra misiles buscadores de calor
Aunque los humanos han logrado logros sobresalientes en tecnología, todavía no son suficientes en comparación con el vuelo de las criaturas biológicas. En las décadas de 1970 y 1980, un investigador de biónica de la División de Fluidos Viscosos del Centro de Investigación Langley de la NASA se interesó mucho por las aves.
Las aves son "voladoras frías", como su nombre indica. No generan calor mientras vuelan por el aire, lo que las hace imposibles de rastrear con misiles buscadores de calor. Sus alas son muy flexibles y no baten ni caen. Son muy sensibles y no se ven afectados por los cambios en la velocidad del viento y la densidad del aire, por lo que no perderán el equilibrio ni el control, y eventualmente caerán y morirán. Sus alas se pueden plegar completamente cuando están en reposo, lo que supone una clara ventaja por razones de almacenamiento y seguridad, especialmente valiosa en portaaviones.
Las aves también pueden desarrollar fuertes efectos del suelo. Todos sabemos que los aviones y helicópteros, al igual que las aves, pueden aumentar la fuerza de ascenso y reducir la fuerza de arrastre con una sola envergadura, ya sea en tierra o en el agua.
La mayoría de las aves no necesitan una pista para despegar. Sólo necesitan saltar para despegar. Si esta tecnología se aplica a aviones comerciales y militares, traerá grandes cambios.
Clarence Cohen fue un biólogo del Centro Langley de la NASA que a principios de los años 1960 publicó un estudio sobre el diseño de las plumas de las puntas de las alas mostrando que las aves cómo reducir la resistencia por encima de 25. Muchos aviones comerciales utilizan ahora esta tecnología. Es posible que hayas notado que las puntas de las alas del avión en el que vuelas están curvadas hacia arriba. En realidad, esto es el resultado de aprender a volar como un pájaro.