Los datos faciales de 170.000 personas se vendieron públicamente. ¿Por qué nuestra privacidad no tiene dónde esconderse?
A medida que la industria de la inteligencia artificial entra en la etapa de implementación, la tecnología de reconocimiento facial se ha convertido en la tecnología más utilizada en seguridad, finanzas, atención médica, educación, ciudades inteligentes y otros campos. A nivel nacional, las escuelas utilizan el reconocimiento facial para monitorear a los estudiantes que no prestan atención en clase; los baños públicos usan el reconocimiento facial para protegerse contra aquellos a quienes les gusta aprovecharse de los demás y tomar controles de seguridad adicionales; usan el reconocimiento facial para permitir que la policía controle a tres; diferentes conciertos de Jacky Cheung para capturar a fugitivos; se instala reconocimiento facial en los pasos de peatones para hacer públicas las fotografías de peatones cruzando la calle imprudentemente... La aplicación generalizada de la tecnología de reconocimiento facial parece reflejar la comodidad, eficiencia, seguridad y civismo que debe tener una ciudad inteligente, pero también No puede evitar hacer que las personas se sientan incómodas por dentro, como si el omnipresente reconocimiento facial les impidiera esconderse, e incluso las emociones reveladas por expresiones sutiles no las dejaran ir.
Si decimos que ser monitoreados y registrar nuestro paradero hará que la gente se sienta muy incómoda, entonces la exposición de información relevante hará que la gente tenga miedo. Algunas personas piensan que el reconocimiento facial solo codifica rostros. Aunque los rostros de cada persona son diferentes, también son públicos, por lo que la tecnología de reconocimiento facial no invade la privacidad de las personas. Sin embargo, como señala el artículo de The Economist: la capacidad de grabar, almacenar y analizar imágenes faciales de forma económica, rápida y a escala algún día revolucionará conceptos como la privacidad, la equidad y la confianza.
Sin embargo, desde otra perspectiva, la popularidad del reconocimiento facial se ha vuelto imparable, y los beneficios que aporta son evidentes. Por ejemplo, el reconocimiento facial en los teléfonos móviles se puede utilizar para desbloquear el teléfono y los álbumes de fotos pueden clasificar automáticamente a las personas en las fotografías; algunas agencias pueden usarlo para encontrar delincuentes y niños desaparecidos;
Algunas empresas analizan los rasgos faciales; para diagnosticar automáticamente enfermedades genéticas raras, como el síndrome de acroosteólisis idiopática, cuyo diagnóstico podría ser más difícil de alcanzar. Por lo tanto, cómo equilibrar el conflicto entre la privacidad personal, la comercialización y popularización del reconocimiento facial y la expropiación gubernamental generalizada es una cuestión que debe resolverse con urgencia.